Soft Skills y Planes de Formación: el “superpoder” de los equipos

¿Quién dijo que ser técnico y humano a la vez es imposible? En el entorno laboral, las habilidades duras son imprescindibles, pero sin las soft skills, son como un Ferrari sin volante: mucho poder, pero sin control. Por eso, los Planes de Formación que combinan estas dos áreas están marcando la diferencia.

 

Encontrar el equilibrio

Las habilidades técnicas (o duras) nos dan las herramientas para hacer nuestro trabajo, pero las soft skills, como la comunicación, la empatía y la gestión emocional, son las que nos permiten hacerlo bien con otros. Y en un mundo digital, donde los emojis no siempre logran transmitir todo lo que queremos decir, estas habilidades son más valiosas que nunca.

Según un estudio de Harvard y Stanford, el 85 % del éxito laboral proviene de habilidades blandas, y solo el 15 % se debe a las habilidades técnicas (Goleman, 1998). La moraleja: sin las soft skills, hasta el profesional más brillante puede quedarse a mitad de camino.

Las soft skills son como un “aceite invisible” que mantiene las máquinas de los equipos funcionando sin fricciones. No basta con dominar una herramienta digital o ser experto en procesos: si no podés liderar, comunicarte o adaptarte al cambio, el éxito será más difícil de alcanzar.

¿Imaginas un Plan de Formación  donde un equipo aprende a usar una nueva herramienta de análisis de datos, pero también se entrena en cómo presentar los resultados de manera clara y efectiva a diferentes públicos? Este enfoque no solo asegura que el conocimiento técnico se aplique, sino que también fomenta la conexión y la colaboración entre los miembros del equipo.

No necesitas un Programa de Formación exclusivo de habilidades blandas para desarrollarlas. La clave está en diseñar programas donde se entremezclen naturalmente con las habilidades técnicas. 

Crear un Plan de Formación que combine habilidades duras y blandas requiere estrategia. Aquí algunas ideas para lograr ese equilibrio perfecto:

  •         Planes mixtos: ¿Qué tal un Plan de Formación que contenga un curso sobre creación de un cronograma perfecto como un Curso de Motivación?
  •         Simulaciones con propósito: Diseña ejercicios que mezclen conocimientos técnicos con escenarios donde la empatía o la negociación sean clave.
  •         Planes a medida: No todos los colaboradores necesitan lo mismo. Personalizar los programas según las necesidades de cada uno no solo es efectivo, ¡es un golpe maestro!
  •         Debates y talleres: Organiza espacios donde las personas reflexionen sobre cómo aplicar lo aprendido en la vida real.

Cuando las habilidades técnicas y blandas se integran en un plan, no solo se amplía la perspectiva de los colaboradores, sino que también se fortalece la cohesión del equipo.

Veamos algunos ejemplos de este mix nutritivo 

  •         Un taller de ciberseguridad puede incluir un curso que enseñe a comunicar amenazas técnicas a colegas no especializados.
  •         En un curso sobre manejo de datos, se puede combinar con un curso para entrenar la escucha activa para entender las necesidades de un cliente.
  •         Un curso sobre  gestión de proyectos se puede combinar con un módulo  sobre herramientas técnicas para la resolución de conflictos.

Los Programas con enfoques duales no solo son más dinámicos, sino que también reflejan mejor las realidades del entorno laboral, donde lo técnico y lo humano interactúan constantemente.

 

Las soft skills no solo mejoran el trabajo diario, sino que transforman la cultura organizacional. Equipos que saben comunicarse, adaptarse y trabajar con empatía son más productivos y felices.

Un Plan de Formación que integre estas habilidades crea una cultura de aprendizaje continuo y resiliencia. Cuando los colaboradores ven que su desarrollo incluye tanto lo técnico como lo humano, se sienten más valorados, lo que se  traduce en mayor compromiso y lealtad hacia la organización.

Por ejemplo, una empresa que incorpora sesiones de inteligencia emocional en sus cursos de ventas no solo forma mejores vendedores, sino que también crea un equipo más unido y capaz de manejar el estrés de manera efectiva.

¿Por qué invertir en soft skills ahora?

En el entorno actual, donde la digitalización acelera los procesos y las interacciones virtuales son la norma, las soft skills son el puente que conecta a las personas más allá de las pantallas. Las habilidades técnicas evolucionan rápidamente, pero las soft skills tienen un impacto duradero, porque tocan lo esencial: cómo nos relacionamos y colaboramos con los demás.

Además, las empresas que no invierten en soft skills corren el riesgo de quedarse atrás. Un equipo técnicamente brillante pero incapaz de comunicarse o adaptarse al cambio puede convertirse en un obstáculo para la innovación y el crecimiento.

 

Considera comenzar con una evaluación de necesidades en tu equipo: ¿qué habilidades duras están bien cubiertas? ¿Dónde hay espacio para fortalecer las soft skills? A partir de ahí, diseña un plan que combine lo mejor de ambos mundos, ya sea a través de talleres, plataformas LMS o programas personalizados.

Recuerda que el éxito no se trata solo de saber hacer, sino de saber ser. Invertir en el desarrollo integral de los colaboradores no es un gasto, es una apuesta segura por el futuro.

 

Reflexión final: entre lo técnico y lo humano está el éxito

Las habilidades duras y blandas no son rivales; son el dúo dinámico que puede llevar a cualquier equipo al siguiente nivel. Diseñar Planes de Formación que integren ambas dimensiones es esencial para triunfar en el entorno laboral actual.

¿Qué está haciendo tu empresa para equilibrar estas habilidades? Quizás sea hora de mezclar un poco de empatía con Excel y ver qué sucede.

 

Referencias

Goleman, D. (1998). La inteligencia emocional en la empresa. Editorial Kairós.

Gómez, J. (2024). Neock, la startup extremeña que entrena al talento de Bayer y Heineken.

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